Supongamos que para abastecer mañana las necesidades de luz de todos los consumidores de España se necesitan 2.000 unidades de luz (MWh).

MERCADO ELÉCTRICO

Los comercializadores, quienes venden la luz a los clientes y les emiten la factura, van a comprarla al mercado mayorista un día antes. En ese mercado venden las unidades de luz los productores en lotes de 500 unidades (para hacerlo fácil).

Los productores ofertan sus lotes diferenciados por tipos, es decir, por la forma que tienen de fabricar las unidades de luz (eólica, nuclear, gas, carbón, fotovoltaica…). Cada uno pone el precio que cree conveniente según lo que les cuesta de producir.

Empiezan ofertando los que tienen las unidades más baratas y van entrando los siguientes vendedores de forma gradual. Se va cubriendo la demanda. Con los 3 primeros lotes de unidades no hay suficientes unidades y acaban comprando también a los productores de luz más caros, los que fabrican con gas.

Siempre la electricidad con el precio más elevado es la que se produce con gas, evidentemente más caro que el sol o el viento. Pero especialmente en este momento, en el que se prevé escasez de gas por motivos evidentes, su precio se ha multiplicado. Si esto se quedase ahí, se paga más por las unidades de luz hechas con gas y ya está (que no es poco).

El coste de mercado de todas las unidades que se necesitan sería de 285.000 €. Pero esto no acaba aquí.

En nuestro mercado, y en el resto de los mercados europeos con sistema marginalista, el precio final de las unidades de luz no se marca así, sino que el precio final lo marca la unidad que se ha vendido con el precio más elevado (precio de casación) y a ese precio se pagarán todas las unidades vendidas.

Y de esta forma acaban pagando los clientes finales las 2000 unidades, vengan de donde vengan, a 250 €/unidad, y la cuenta final que ha de pagar sube 500.000 € y no 285.000 €.

Pero el regulador cambia las reglas (TOPE DEL GAS). Les dice a los productores de luz fabricada con gas que vendan en el mercado, pero con un precio máximo, a 50 €/unidad y ese es el tope. El resto del dinero que vale, hasta los 250 €/unidad, se lo pagarán los clientes, pero aparte. De esta forma, los demás productores cobrarán un precio menor por sus unidades y no el que marca el gas.

Como consecuencia de esto, ahora tenemos el precio total de luz partido en dos, puesto que se paga en dos sitios diferentes y con diferentes conceptos:

  • precio de mercado mayorista a todos los productores
  • resto del coste de producción con gas a estos productores

Por lo tanto, en el mercado el precio lo sigue marcando las unidades de luz más caras, pero ya no son las producidas con gas. En consecuencia, el precio de mercado baja.

Esto afecta a todos los que compran la luz a través de este sistema, la mayoría.

Al no ser el gas el que marca el máximo y no tener que pagar a todos los demás a ese precio, los clientes finales se han ahorrado una parte de lo que pagaban antes. Es más barato compensar a sólo una parte de los productores que pagar la producción entera a precio de gas.

Así han pasado de pagar por las unidades 500.000 € a pagar 350.000 €, y con esto se han ahorrado 150.000 € aunque el precio final que paguen siga siendo muy alto.

En líneas muy generales y sencillas, esto es lo que significaría la aplicación conocida como “TOPE DEL GAS” o «Mecanismo de Ajuste» (Real Decreto-Ley 10/2022 por el que se establece con carácter temporal un mecanismo de ajuste de costes de producción para la reducción del precio de la electricidad en el mercado mayorista).

ROSA GÓMEZ – SEPTIEMBRE – 2022